93.000 amores.

93.000 amores.

Lo reconozco siempre he sido muy enamoradizo. Me gustan todas y no prefiero a ninguna. Tal vez sea egoísmo mío, puro y duro, pero no lo puedo evitar. Es más, ¡no quiero hacerlo!

Hay de todas clases: altas, largas, tristes, sonrientes, emocionantes, complicadas, irresistibles…

Las conocí desde muy pequeño, fue un placer, luego en plena adolescencia fueron dos.

Siempre están dispuestas a ayudarme. Son atentas, solícitas, cariñosas, mimosas.

En ocasiones las amo, de tarde en tarde, las maldigo; pero sé que las necesito.

Un grupito especial, que nunca olvidaré, son las que proceden de la historia, hijas de un olvido, al que las condenamos, hace mucho, mucho tiempo. Sin embargo, ellas me quieren y no me han enterrado. Están vivas, pese a mis malas acciones del pasado, no me han olvidado.

Su compañía ha sido esencial en mi vida, me han ayudado en los estudios, en el trabajo, en la jubilación, lo hacen todos los días y muchas noches, especialmente si me desvelo.

No soy rico ni de lejos, pero ellas me hacen sentir el hombre más afortunado del mundo.

No siempre es todo positivo, de tarde en tarde en tarde aparecen algunas, cargadas de negros recuerdos, en esas ocasiones siento melancolía, tristeza, depresión.

Viven juntas, pero no revueltas, su casero me ha dicho que son 93.000. Tal cuantía hace que me resulte imposible conocer y recordar el nombre de todas.

Yo las llamo, de forma colectiva, palabras.

Josma Taxi & José María Sanchis.

Diciembre de 2.022.

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