Dolor
Érase un país muy bonito, en el que todos sus habitantes eran felices. Los agricultores sembraban cereales, árboles frutales, verduras… lo hacían con deleite, cada vez que llegaba la época de la cosecha su orgullo y placer eran inmensos.
Lo mismo pasaba con los pastores, los artesanos, los escritores, nadie sentía ninguna dificultad, ninguna molestia, en cumplir sus tareas, todos sentían que estaban ejercitando sus capacidades.
Pero llegó, desde el norte, una mujer fría y calculadora, con muy mal humor, a la que molestó contemplar el bienestar ajeno. Un día, en el que estaba especialmente huraña, su mal humor se tornó en ira y lanzó una maldición a todos los ciudadanos. Les enviaría un mal que sólo cesaría cuando averiguasen su nombre.
Llegó él, con nocturnidad, dejando un rastro no conocido antes, a veces iba sólo, a veces acompañado. Sus compañeros se llamaban: enfermedad, hambre, tristeza y muerte.
Cambió la vida de todos, de la comodidad y alegría anteriores, pasaron a padecer el malestar y la pena.
No encontraban la manera de parar su padecimiento, ninguno en todo el mundo conocido, daba con el nombre de aquella realidad perversa.
Un día apareció una muchacha que procedía de más allá de las montañas, era amable, solidaria, simpática. Quedó asombrada de ver la situación de los habitantes de aquel lugar. Al cuarto día de estar allí, les propuso acabar con aquel tormento, pero puso una condición, nadie debía verla ni oírla, ella se situaría en el centro del valle y realizaría un humilde encantamiento.
Todos aceptaron, y la joven se situó en el lugar indicado y en voz alta dijo:
¡Monstruo, hazte visible!
Soy tu hermana pequeña.
Yo conozco tu nombre.
Por el poder de la magia te convocó.
Tú te llamas dolor…
En este momento tu poder ha desaparecido.
Cuando los aldeanos salieron de sus casas comprobaron que el dolor había desaparecido, que la joven ya no estaba y su vida volvió a ser tan feliz como antes.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
Josma y Jose Taxi.