
EL CARTERO DESAPARECIDO
Él vino en un barco de nombre extranjero…
— Con su permiso Dª Concha
— ¡Pase, pase, D. Taxi!
— ¿Me trae algo?
— Un cablegrama, debería traerle el correo interior del transatlántico, ya sabe que hasta que no lleguemos a América, no habrá comunicación exterior.
— ¿Qué ha pasado con el correo interior, D. Taxi?
— Pues que el cartero ha desaparecido.
— ¿Resulta inquietante, incluso terrorífico, no le parece… D. Iker Taxi??
— Así es Sra. Piquer.
— Con su permiso me retiro.
— ¡Si D. Taxi! Descanse en paz.
Dª Concha vuelve a sus tareas, olvidando por un ratito el cablegrama. Sin saber cómo, lo encuentra entre sus manos, lo lee y se pone pálida, al tiempo que empieza a temblar, el escrito pone un misterioso: Él vino en un barco. Ya se sabe que para gustos colores, así que yo enlazo al Sin embargo te quiero, en versión de Mara Torres.
La Piquer y su famoso baúl, están instalados en aquel buque camino a América, concretamente a Nueva York. En busca de dineros y fama mundial.
La Piquer había nacido en Valencia, donde años más tarde, en la calle que llevaba su propio nombre, se instalaría un museo, para mayor gloria y honor de ella. (Maior gloria honoris). La Piquer había sido descubierta por el maestro Penella, que la convenció para ir a Nueva York, donde permanecería cinco años.
— Sra. Piquer, le traigo la solución al misterio de la desaparición del cartero.
— ¡Otra vez aquí Sr. Taxi! Ya me habían advertido de su insistencia, algunos miembros del Grupo de escritura creativa 4 hojas, que le llevaba, incluso, a ser un Cansino. Aunque he de reconocer que ha superado, en el arte de plastez, mis expectativas.
— ¿Pero quiere saber, o no, lo sucedido con el cartero?
— Bueno, ya que está aquí cuénteme.
— Pues resulta que el Sr. Cartero, se había encerrado en el baño adyacente al cubículo en el que trabaja, dedicándose a la delictiva actividad de abrir y leer las cartas de los pasajeros.
— Por Dios, qué barbaridad.
— ¿Puedo retirarme ya?
— ¡Sí por favor, D. Jose Taxi!
De nuevo Dª Concepción Piquer López queda sola, y tararea, “El vino en un barco, de nombre extranjero…”