
El misterio de la escalera retorcida.
Saben aquel de un tito que va i diu: nene coge al pincel que me llevo la escalera. Poca diferencia hay con las escaleras de caracol, al menos eso pienso yo.
Siempre me dieron, las escaleras, digo, algo de fatiga, me recordaban esos círculos, blancos y negros, que empleas los hipnotizadores, de circo.
En el caso más estrambótico, tenemos a Astérix y Obélix, que salen de la tienda de un mago egipcio al grito de “Porc senglar, porc senglar”.
Como padezco de vértigo me resulta imposible subir más de dos peldaños.
En cualquier caso, no deberíamos dudar que la suma de los peldaños de una escalera circular, no darán el mismo resultado que la suma de los peldaños de otra escalera, heliocéntrica.
Que triste fatalidad que a las mujeres les guste tanto, subirse a las escaleras, coronando su cúspide, cual hábil Amazona, o mejor montadas a la italiana.
A mi me gusta subirme a una escalera, bien armado de un bote de pintura negra, para poder cantar aquello de: “Pintor, que pintas con amor, porqueeee, distingues el color y no pintas angelitos negros, si sabes, que en el cielo también los quiere Dios”
Pero ¡Basta ya de tanta escalerita! Estoy hartito de tanta tontuna.
Ahora hay que encontrar otro tema de conversa, ¿Qué tal, la estrategia circular, inventada- se supone- por Napoleón Bonaparte?
“… Hagamos una muralla, una muralla que vaya, desde la playa hasta el cielo, desde el cielo hasta la playa, allá sobre el horizonte…”
Y colorín colorado, este tonticuento—muy tonticueto, se ha terminado
Josma
También llamado Jose Taxi.