GESTIÓN MUNICIPAL
Constanza Garrigós era la jefa de servicio del ayuntamiento de Torrent, la pasión por la materia la había heredado de su padre, Germán, que era un estupendo arquitecto. La habían motejado sus compañeros como Caperucita, por las tabarras y encontronazos que tenía con Paco Muñoz, alias el lobo, portavoz del grupo popular, afortunadamente contaba con la ayuda del concejal socialista Joan Bautista Humet, apodado el cazador.
El nuevo plan general de ordenación urbana iba a servir para aumentar las zonas verdes y los solares para viviendas sociales, cuyos estándares urbanísticos eran mucho más generosos, que los fijados por la legislación vigente. En cuanto el lobo y su grupo oían nombrar la palabra social, se trastornaban, iniciaban su acoso y derribo de todo el servicio urbanístico municipal. Juan Bautista se empleaba a fondo y les daba caña en todas las comisiones, a las que, a veces los populares no asistían, demostrando su deprecio por los intereses municipales, a ellos les ponía arengar a sus huestes, en contra de los sociatas o capullos, como llamaban al grupo socialista.
La tramitación del planeamiento fue larguísima, tras el dictamen de la comisión informativa, se produjo la primera aprobación plenaria, más tarde una exposición pública, de la que derivaron más de sesenta recursos de reposición, tras su denegación se produjo la aprobación provisional, como la nueva normativa afectaba a infraestructuras de carácter primario, hubo que presentarla a la dirección territorial de la Conselleria de urbanismo.
En ella empezaron los problemas, lo que no valía de la propuesta municipal, la siguiente vez era correcto y así más de veinte veces. Los representantes de patrimonio eran los más jodidos en sus exigencias. El municipio tenía un bien de interés cultural y lo defendían a capa y espada, pretendían incluso que derribasen un edificio construido hacía más de ochenta años. A la última sesión no acudieron, la comisión territorial de valencia aprobó el PGOU y aún intentaron que se celebrase otra, Jorge Stuyk, el presidente de la asamblea, se negó rotundamente.
En las diferentes comisiones informativas que se celebraron, el lobo pretendió acusar a los chicos del servicio de urbanismo de espiarlo. Esa fue la oportunidad de Caperucita, pudo mostrar a todos los componentes de la informativa, los emails que el jefe de la oposición popular había enviado a diferentes a los diferentes empresarios que habían impugnado el proyecto.
Cuando el leñador le exigió su dimisión, el lobo se atrincheró en su postura de que a él lo que le importaba no era tener la razón, sino seguir convenciendo a sus votantes que toda la culpa y la mala gestión municipal era achacable, totalmente, a los socialistas.