
Historia de un Sinpa
¿Los del Río…? ¡Va a ser que No!
Entré en el supermercado de la esquina, franquiciado de cuarta, de la afamada cadena de tiendas de comestibles, «El Coyote Vil». Su presencia captó de inmediato toda mi atención; ¡Que guapa era! Morenita, bajita, delgadita, con el pelo recogido en una extraordinaria cola de caballo.
Un extraño ruido desvió mi atención, se trataba de un moderno electrocutador de insectos voladores, que conseguía atraerlos con su luz violeta. Cuando entraban en aquel recinto infernal los bichejos recibían una descarga de unos 777 voltios, aproximativamente hablando, que los freía sin piedad, sonaba un chasquido y se olía un perfumejo, no precisamente, embriagador.
Había cogido un carro de tamaño, XXL, harto de no tener suficiente espacio de almacenaje. Fui recorriendo pasillos en los que no encontré ninguna, chica, señora o perro, tan bellos y elegantes como mi hermosísima cajera.
La compra se desarrollaba fluidamente, envuelta por los altavoces de música que emitían canciones de M.ª Dolores Pradera, interrumpidas por avisos a los empleados– ¡Sr. Roberto, acuda a administración! –, y ofertas tentadoras– ¡Sres. Clientes, acaba de salir pan congelado y recién horneado que encontraron en el pasillo siete, al lado de las gominolas–.
Mi grata exploración se torció al entrar en el pasillo trece, otra vez me perseguía el odioso numerito de los cojones. Como mis inteligentes lectores podrán suponer allí estaban las secciones de ofertas especiales ¡menudo lío!
Sin ánimo de ser exhaustivo, detallaré alguna de las promociones que adquirí para aprovisionar mi despensa:
- 1 dos x 3 de atún, en aceite de oliva, de marca blanca, al excepcional precio de 0,77€
- 3 2×1 de aceitunas rellenas de anchoa, me gustan más las que contienen unos buenos pimientos del piquillo, pero soy alérgico a las berenjenas, asín que… de precio 0,99 €.
- 77 bandejas de carne picada, en oferta especial, por proximidad en su caducidad, al precio de 757,23€
- 7 pasteles de boniato, antes llamado por mi güelo, batata, por unos módicos 123 pollito inglés €
- 0,5 litrillos de aceite de oliva, el de girasol estaba especialmente caro, por 127 €
- Jamón, del “menos bueno”, a 4,45 € el kilo, como me lleva un cuarto me costó 17,977 €
Y un sinfín de produstos de alta gamas e calidade, que fueron suficientes para tener que coger un segundo carro y protegerme con el Sr. D. Revilla como segurata cualificado.
Llegado que hube a la caja, me atendió mi admirada morenaza a la que ya describe anteriormente.
Al oírla graznar, cual perico loco venido a menos, tuve una gran decepción, por lo que me vi en la necesidad de abrir una de las 455 botellas de coñacs marca Terry, que cogí en el último instante de mi comprar, para apretarme– entre pecho y espalda–, un par de litrejos.
Comenzó la tortura de pasar las viandas, la mayor parte de ellas congeladas y/o enlatadas, bajo la atenta mirada y dirección de la Srta. Cajera, a la que de aquí en adelante, si me acuerdo y/o me da la real gana, denominaré, Sra. Eugenia de Salazar y Marqués de Campo, conocida en el ambiente como S.E.S.M.C.
Fueron pasando una tras otra de mis adquisiciones, hasta que Dª. S.E.S.M.C. dijo:
— ¡Estos yogures están caducados!
— ¡Imposible he mirado la fecha!
— ¡Buen intento listillo! ¿Ha mirado la hora? Hace 3 minutos que pasaron de fecha de ingesta recomendable a fecha de peligrosidad altamente probable, con secuelas de 7º grado, garantizadas.
— ¿Sabe lo que le digo! Misis Thatcherkkk, ¡Me voy sin pagar! ¡Afirmo y reitero mi decisión, como ciudadano libre de este país a llevar acabo un SINPA!
— ¡Vale, vale Superman! ¿Tarjeta El Coyote Vil?
— ¡Sí, pero no se la pienso dar!
— Da igual, pequeño imbécil, le hemos leído la retina al mirar al electrocutador de insectos, por cierto los tengo en oferta, llévese dos y solamente me paga tres!
Así, que mudo, triste, ninguneado, cabizbajo, rendido, agotado, salí a la calle y pensé que como yo la había querido, a mi cajerita morenaza, así nadie la querría, nunca más.
Y colorín colorado este cuentecico se ha acabado.
Josma