INFINITO
El matrimonio de Damián y Latina vivía en un pequeño pueblo, ella de latines no sabía nada, pero dominaba el sánscrito, que nunca había estudiado. La pareja deseaba tener hijos, así que pusieron de su parte todo lo que sabían, pero Latina no quedaba embarazada. Al fin, tras trece años de espera, vino al mundo Damián Jr.
El bebé se criaba sano, fuerte y risueño. Sin embargo, a los seis meses, pegó un estirón extraordinario y mudó su rostro y su cuerpo hasta convertirse en un señor de cincuenta y tres años, idéntico a su padre.
Tan extraordinario suceso consiguió enloquecer a Latina, por encima de la media de la población, la mujer se ponía muy violenta y hubo de ser ingresada en una casa de dementes.
Los Damianes quedaron solos, como acostumbran seguían manteniéndose de una granja de conejos, que una vez alcanzaban los dos kilos, vendían a Mario Santini, su único comprador, que cada vez les rebajaba más los precios.
Para ocupar su tiempo libre y diversificar sus ingresos se dedicaron a la invención de útiles aparatos, habían recordado aquello de “Nunca pondrás todos los huevos en la misma cesta.”
Su primera creación fue una procesadora de cerveza artesanal. El aparato era capaz de– previo depósito de agua, lúpulo, malta y levadura, – dar a luz una cerveza de altísima calidad a la que llamaron “Los Damianes”. Tuvo tal éxito de ventas, que acudían de toda la comarca compradores de su bebida. Pronto los cuatro bares del pueblo reclamaron al alcalde: su clientela prefería la cerveza de los Damianes, estaban perdiendo mucho público. El alcalde los reunió a todos en el ayuntamiento y negocio con ellos. Los fabricantes darían un 33% a los baristas y otro tanto al consistorio municipal, que éste destinaría al pago de comisiones no excesivamente legales. Los inventores aceptaron la propuesta, al fin y al cabo, eran hijos del pueblo y con su parte vivirían holgadamente.
Entonces se les ocurrió mejorar las trilladoras existentes. Su modelo tenía las cuchillas extensibles, separaba la paja del grano, dos droides de última generación enviaban la paja al pajar y el grano al granero. Viendo que el invento era útil, decidieron, esta vez, vender la patente al mejor postor. Sabían que la voracidad del alcalde era infinita, no estaban dispuestos a seguir compartiendo sus ganancias.
Mario Santini les compró la patente por un precio razonable. Luego el muy ladrón vendió el invento a unos primos sicilianos que se enriquecieron hasta el infinito.
Latina seguía siendo incapaz de distinguir al padre del hijo, voluntariamente se volvió hipocondríaca y murió de uno de sus muchos males imaginarios.
No teniendo ya ataduras en la región, Damián padre dijo: Estamos perdiendo el tiempo, no seremos nunca profetas en nuestra tierra. Damián hijo contestó: Es cierto, hemos estado echando margaritas a los cerdos.
Con ese convencimiento comenzaron un viaje que los llevaría hasta el infinito y mucho más…