Inspección.

Inspección.

El miércoles pasado, sobre las once de la mañana, se plantó en la puerta de mi despacho:

–¿Ya has almorzado?

— Si hace un ratito.

— Pues vente conmigo, que vas a alucinar.

Lorena coge su moto y me obliga a ir de paquete, sabe que tengo vértigo y me mareo con facilidad, nos dirigimos al sector residencial S-H4, la última urbanización de la ciudad. Al llegar me suelta:

  — Aquí está, todo urbanizado y listo para construir, este es el monstruo, que me informaste en contra 22 veces, espero que al verlo de cerca cambies de opinión.

Da dos palmadas al aire y, desde la torre de control, camuflada entre unos árboles de plástico, encienden el monstruo.

Caminamos por la acera al llegar al primer cruce salen del suelo unos arcos que nos protegen de los vehículos, difícil será que nos atropellen.

Nos acercamos a la parada del metro, el suelo se abre y una plataforma nos conduce al interior. Al llegar al andén Lorena indica nuestro destino y aparece un tren. Lo tomamos y empezamos nuestro recorrido, es perimetral, recorremos las 10.000 Ha del sector.

Estando en el propio vagón, me avisa de la llegada de otro bus, que atraviesa a una velocidad cuasi espacial, el pasillo que existe entre los asientos.

Al bajar tenemos a nuestra disposición un coche oficial, una limousine negra, sin conductor, el ordenador de a bordo dirige el artefacto. Seguimos dando vueltas por la calle, al llegar al cruce está atravesando la calzada un niño tras una pelota, salen del suelo unas rampas que nos hacen volar por encima del infante.

Nos bajamos del coche y entramos en un parque muy bien cuidado, lleno de cipreses, tilos, nogales y robles;. en el centro hay un quiosco en el que sirven bebidas frías, ella toma un té con hielo, yo prefiero una tila templadita. Ha habido ya muchas emociones para un solo día.

Me va hablando, insiste en las bondades de este tipo de urbanizaciones capaces de prestar a sus vecinos, todas las comodidades. Volvemos a pasear y me lleva hasta el hospital, dotados con los últimos adelantos médicos, su director, un robot modelo hyj4, nos pasea por todas las instalaciones.

De ahí pasamos a visitar los colegios del sector, el gimnasio y el centro social.

Volvemos a recoger la moto de la concejala nos vamos hasta el Ayuntamiento. Al llegar, de vuelta en mi despacho, me dice:

— ¿Te ha gustado, volverías a informarlo en contra?

— Hay cosas que me han gustado, otras no, no hay personas atendiendo las instalaciones, generará más paro, así que mi informe seguiría siendo negativo.

Y colorín colorado este cuentecico, — demencial–, ha terminado.

Jose Taxi & Josma

 

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