Intermitente

Intermitente

Me lo has preguntado tantas veces, no te he querido contestar nunca, no quería recordar pero hoy hay algo diferente… No sé lo que es. Hoy te contaré, con toda sinceridad el motivo de haber dejado de conducir hace veinte años.

Sabes que yo era agente de ventas, así que todos los años viajaba por todo el país, cargando los viejos muestrarios. Cada año el kilometraje que me tragaba iba ascendiendo, puedes calcular… cien mil kilómetros al año, me obligaban a cambiar de vehículo muy a menudo.

Mis primeros autos fueron los más baratos que encontraba en el mercado. Pero el último fue una compra especial. Un Volkswagen potente, con un acabado completísimo, dotado de un motor poderoso, de consumo aceptable.

Me sentía orgulloso de ese coche, era el logro de muchos años de trabajo, de mucho guardar dinero, privándome de mil cosas, su tenencia demostraba al mundo que yo era un triunfador.  Sabía, ignoro el motivo, que mi auto también se sentía contento con su dueño, yo era un adulto de mediana edad, no un jovenzuelo de cabeza loca, dispuesto a utilizarlo mal. Los dos sabíamos que éramos la prolongación, humana y mecánica, del otro.

Una tarde noche, con poca visibilidad pues comenzaba a lloviznar, regresaba a mi ciudad, contento con las ventas y satisfecho de lo confortable que viajaba. En la bajada del puerto de Sumàcarcer comenzó a chispear, pronto la lluvia comenzó a ser intensa, tuve que encender los limpiaparabrisas, su sonido intermitente, la visión repetitiva de las rasquetas que lamían la luna delantera, causaron en mi algo parecido a un efecto hipnótico.

En una de las últimas bajadas de aquella carretera de tercera, al salir de una curva, me lo topé, lo embestí, el cuerpo salió disparado, pero antes vi su cara aplastada contra el cristal del auto, repleta de sangre, con una expresión de miedo, de terror, que mi impactó.

Al principio entendía que hubiera cogido cierto temor al utilizar mi vehículo, pero me forcé a conseguirlo. Sin embargo, cada vez que llovía, cada vez que los limpiaparabrisas emitían su sonido repetitivo e intermitente, volvía a ver el horrible rostro de aquel ser, aplastado contra el cristal.

Por eso dejé de conducir…

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