JOSEFINA

JOSEFINA

Tonticuento superable en cuarta, con motores de 2CV.

— ¿Cómo te ha ido?

— ¿Quieres que te sea franco?

— ¡No mon Dieu! A Paquito lo tenemos muy visto.

— Pues prepárate, vieja amiga, ese tipo es incombustible y debe estar a punto de alcanzar la eternidad.

— ¡Ya vale, Napo!, ¡Cuéntame tú día!

— ¡Ay, vieja amiga! No sé por dónde empezar…

— ¿Qué tal por el principio? Pero no me hagas un relato in extenso, prefiero que vayas al grano.

Napo le comenta a Josefina, de la que se separó porque no le daba hijos, –aunque él tampoco se luciría mucho en ese arte–, que su primera intención fue dirigirse a la sede del Directorio, pero un grupillo de generales díscolos, lo entretuvo, discutiéndole sobre la conveniencia de utilizar la “estrategia circular” que había diseñado el último miércoles tras el segundo domingo de mayo, posterior al 18 Brumario.

Con un retraso de 65 minutos, tuvo que recomponer su agenda personalmente, pues su asesor político estaba en la boda de José Taxi. En fin, que renuncio a personarse con el equipo jurídico, que redactaba  el Code Napoleon, y marchó “con unos pelos poco presentables” a discutir con Carreres la nueva distribución del corredor central. En la misma no consiguieron nada interesante, todo eran pegas de los del Ayuntamiento de Paris, pese a lo cual, Napo, que se entretuvo pintando mamarrachos, descubrió el boulevard, así como la colocación de las luces al tresbolillo, cuya puesta en práctica tuvo que esperar bastantes años a que se inventara la energía eléctrica.

A las 12, muy atrasado, paró en la Bodegueta, en la que dada la prisa que tenía por proseguir su día y lo escaso del menú, optó porque le abriesen unas latas de caviar y paté a la pimienta. Que acompaño con un tinto de la Ribier del Duero.  No quiso postre y bebió un espléndido coñac marca Terry.

Tras el refrigerio pasó por su sastre, Monsieur Levitte, a encargar unos pantalones, tipo pijama, de los que marcan paquetón en las partes pudendas masculinas. Acortó la duración de las pruebas, para atender un par de llamadas de móvil y contestar unos cuantos guasaps.

A las 18 horas, se produjo la crisis más grave, de las muchas que había sufrido, una minúscula aldea gala no se dejaba invadir. Momento en el que Napo soltaría su célebre frase: “Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo”. De modo y manera que destituyó a Richelieu de su puesto de trabajo como negociador de pacotilla y asumió el mismo la gestión del conflicto, logrando la solución merced a comprar toda la producción de poción mágica y el control, vía epidural, de los movimientos de un tal Obelix, a cambio de reconocer a los galos el estatuto de ciudadanos libérrimos del imperio. Dejando aparte, para más adelante la cuestión de las importaciones de gas ruso…

A las 20 horas, estaba tan agotado que prescindió de sus clases de estrategia naval, se estaba sacando “el titulín” por las noches, en la UNED y se personó en los aposentos de Josefina.

— ¿Querido, has cenado?

— ¡No, no tengo ganas, se me ha cerrado el estómago!

— ¿En serio no quieres que te haga una omelette?

— ¡No Finita! ¡Tengo unas molestias digestivas que ya me diagnosticaran en Elva o en Sta. Elena o En Vaya Usted a Saber Dónde!

— Así pues, nada de nada. ¡Querido Napo!

((36) Mireille Mathieu – Non, Je Ne Regrette Pas Rien – YouTube)

 

Y colorín, colorado: Este cuentecico se ha acabado.

Josma.

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