La escritora.

La escritora.

Laura Borrás supo a los quince años que quería ser novelista. Desde ese momento comenzó a prepararse, leyó todo lo que cayó en sus manos, unas obras eran muy buenas, otras no tanto.

Sus autores más queridos, a los que inconscientemente imitaba eran: Unamuno, Manuel Vázquez Montalbán, Rosa Chacel, Maria de la Pau Janer, Dolores Redondo, entre otros muchos.

En la universidad cursó filología española, escribió algún artículo en la revista literaria de la facultad y participó, como coguionista, en la elaboración de textos teatrales para el grupo universitario “Inquietudes”.

Acabada la carrera empezó a colaborar con varios periódicos y alguna revista literaria. Impartía clases en los cursos de escritura creativa de un par de talleres, y siguió soñando con una novela, cuya escritura de momento le estaba vedada.

El problema de Laura permanecía, hasta para ella misma, en secreto. Conocía la teoría de la escritura, pero algo fallaba. Escribía y casi lo lograba, pero no, no alcanzaba lo que se exigía a sí misma.

Se fue a la Facultad de Letras para ver a su antiguo profesor de Teoría Literaria, D. Facundo Cabrales, todo un sabio y al mismo tiempo un santo varón. Al verla tan turbada le dijo:” Mira a tu alrededor, vivimos en un mundo terrible, capaz de lo más injusto y que al mismo tiempo, de tarde en tarde, nos proporciona signos de que los seres humanos podemos realizar alguna obra angelical. Inspírate ahí y antes o después aparecerá tu voz narrativa. Y sobre todo ¡Vive!, hay que vivir para escribir bien”

Laura siguió el consejo, aunque no sabía con exactitud lo que quería decir vivir. Así que siguió con su existencia anterior, hizo más ejercicio, cultivó más a sus amistades e incluso recuperó el trato con antiguos miembros de su familia como Bolsa, Platera y Taconicos.

Pronto se dio a la lectura de toda clase de libros, en lo que invertía muchas horas, cada vez más. Llegó incluso, a empalmar noches con mañanas, lo que no fue bueno para su salud, ella misma lo notaba.

La noche del 29 al 30 enero de 2021, tuvo unas pesadillas terribles, llenas de personas y animales leyendo libros de los que salían armas con las que mataban a niños, ancianos y huérfanos. No entendió su significado.

Por la mañana del 30 de enero creyó tener una idea para una novela, casi la redacta, pero no pudo.

Tras una comida ligera y una siesta larguita, se sentó a escribir, más por costumbre que por tener algo que contar. Al rato le llegó la inspiración, ya tenía su ansiada novela, de forma compulsiva tecleo en su ordenador:

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…”

Y colorín colorado, este cuasi cuentecico—novelístico–, se ha terminado.

Jose Taxi & Josma.                     

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