La novia de García.
El inspector García se dirige a su despacho, pero al pasar por la sala común, Martínez comienza a berrear: “García tiene novia, García tiene novia…”.
El inspector le contesta: ¿Pero qué te has creído, botarate de mierda? Primero: a mí no me llames García, mejor me dices: Sr. García o inspector. Segundo: Si tengo o no tengo novia, es asunto mío. Estate calladito y trabaja un poquito.
Cuando por fin llega a su oficina, se siente algo liberado, mira a su alrededor y piensa que dividir, mediante mamparas, el espacio de un gran edificio clásico, para crear despachos, ha sido una idea nefasta.
Está revisando su agenda, entra Saavedra y le dice que lo llama la Comisaria.
Sube a la cuarta planta y se dirige en busca de Susana Barrientos, es la Comisaria actual.
— ¿Da usted su permiso?
— No seas tonto Gregorio, tenemos que hablar.
— Necesito diez personas de tu brigada, vendrá a Madrid una delegación de la Unión, para celebrar una reunión a favor del estudio y combate del cambio climático. Tu tienes el equipo más numeroso, la Comisaría debe enviar a sesenta unidades. Tenemos un mes para prepararnos.
— Bueno Susana, como subordinado tuyo debo oponerme, sin embargo, como tu novio, me encanta que me des órdenes.
— Prepara un listado de candidatos y lo discutimos en la comida.
El inspector se va al bar Prado, pide un zumo de tomate, con un poquito de pimienta molida, el encarguito de Susana va a ser complicado de llevar a cabo, todos querrán huir del asunto. Pero de alguna forma, de momento ignora cual, habrá que solventarlo.
Sin previo aviso aparece un tal René, que le dice, me siento contigo y empieza a hablar como un poseso. García no tiene más remedio que enseñarle su placa de policía y amenazar con detenerlo si no se calla, el tipo se acojona, se levanta, paga las dos consumiciones y desaparece.
De nuevo en la brigada el inspector expone la cuestión de la visita a Madrid de la delegación de la Unión y pide voluntarios, no se presenta ninguno. En ese caso afirma García, sortearé la elección de los voluntarios. Pregunta por Martínez, le cuentan que está de baja, parece que se ha herniado, pero que, con un braguero, que se ha comprado en Amazon, en unos diez días se reincorporara al servicio.
En ese caso ya tenemos al primer voluntario, sentencia García. ¡Saavedra lleva a cabo el sorteo!
Son las dos y cuarto, Susana se impacienta, le gusta comer pronto, especialmente hoy que tiene un tema que tratar con Gregorio, en el que conviene estar lo más aislados posible. Recuerda que lo conoció en la escuela de la policía en Ávila. Gregorio impartía clases de negociación criminal y de técnicas de interrogatorio. Era un profesor magnífico, pero la enfermedad de su mujer, Clara, y su fallecimiento lo apartaron de las aulas.
Gregorio la avisa para que baje al comedor. Una vez en él, pasan con sus bandejas por la barra del self-service. La comisaria elige del menú una abundante ensalada de lechuga y pepino, unas patitas de conejo a la plancha y un yogur de chocolate. El inspector es especialista en comer mal, tomará un sándwich mixto y un helado de turrón. Gregorio coge una botella grande de agua mineral y dos vasos.
Se sientan al fondo de la sala, para poder hablar a gusto y con discreción:
— ¿Has traído la lista?
— Sí señora sí.
Le entrega un papelito, ella lee despacito, como para empaparse bien de la propuesta.
— Este Martínez ¿es del que me cuentas cosas?
— Lo es lo es, pero no presenta ningún problema. Intelectualmente su único problema es que es un vago, el resto correcto. Físicamente se entrenó para correr la maratón de Valencia, pero se olvidó de poner el despertador y no pudo correr.
–Bien pues si tu lo tienes claro, empezamos. Voy a enviar el listado a delegación del Gobierno y nos mandarán instrucciones.
García se va con sus muchachos de la brigada, al entrar Saavedra le pregunta si va a ir con los voluntarios, el inspector le dice que no, se queda para poder a los que no van.
La colaboración de la brigada ha resultado muy útil. Han ganado una mención especial colectiva, la comisaria baja al despacho para entregarles el diploma acreditativo. Se genera un ambiente festivo y cuatro de los policías, se acercan al comedor del edificio, traen bebidas y algo de picoteo.
Las ganas de celebración se palpan en el ambiente. La comisaria le dice algo, al oído, a García, este asiente.
— Un momento de silencio por favor, tengo que anunciaros el noviazgo entre Gregorio y yo. ¡Y tú Martínez, antes de decir cualquier gilipollez, ven aquí y dame dos besos!
Poco a poco el personal se cansa, Susana dice que va a subir a su despacho para cambiarse el calzado. No tarda casi nada.
El inspector aprovecha la oportunidad, entra en su oficina, cierra con llave la puerta, se sienta y saca del cajón en el que la guarda la foto de su mujer, la mira, y le dice. “Tengo novia cariño, pero a ti te sigo queriendo mucho, no te olvidaré nunca” Por un momento cree haber visto a su mujer sonreírle.
Y colorín colorado, este cuentecico—amoroso –, se ha terminado.
Jose Taxi & Josma.