Operación en el este.

Operación en el este.

Yo fui el oficial encargado de diseñar y dirigir la operación “Protección”. El general Vladimir Popof era el responsable de la guardia personal de Stalin. Había llegado a la conclusión de que el presidente estaba demasiado expuesto a un atentado, dadas sus continuadas apariciones en público, así que se dirigió a la KGB, en busca de una solución.

Nuestro director le atendió personalmente, le dijo que nos haríamos cargo. Al ser el responsable de sección más antiguo me encargó el asunto. No era fácil encontrar una solución para la petición, además yo era consciente de que se trataba de dar una respuesta rápida y certera, pero no tenía idea de cómo afrontar el problema.

Tras dos semanas de reuniones con mis colegas, no habíamos avanzado un solo paso. Una tarde el jefe me llamó, no diré que me presentara temblando, pero lo cierto es que estaba algo nervioso. Le confesé nuestra ineficacia y me dijo que nos jugábamos nuestra credibilidad, así que he pensado algo que puede parecer descabellado, pero quizás no lo sea tanto, se trataría de…

Una fría tarde de noviembre, estábamos apostados en una travesía de la calle Arbat, instalados en un viejo automóvil Lada, íbamos de caza. Tras media hora de espera, a eso de las dieciocho horas, uno de mis ayudantes dijo: “Es ese”. Dos de los chicos saltaron del vehículo y se lanzaron contra el tipo. Con bastante trabajo lo trajeron y lo introdujeron por una de las puertas traseras, yo le inyecté una solución de dormidón y el tipo cayo rendido sobre el asiento.

Lo llevamos hasta nuestras instalaciones en la periferia de Moscú, eran las más modernas y se encontraban razonablemente cerca. Al principio lo sometimos a tratamiento, nada especial, privación del suelo y alteración de los ritmos circadianos, el objetivo era descentrarlo y rebajar su voluntad.

Pasados diez días le hice la primera visita:

— Dadaev, escúchame con atención.

— ¿Quién es usted?

— Eso no importa, céntrate en lo que te voy a decir, de ello depende tu vida. ¡No tienes alternativa ni una segunda oportunidad!

Seis meses más tarde Félix Dadaev comenzó su trabajo. Tenía un parecido más que aceptable con Stalin. Así que, con un poco de maquillaje, daba el pego satisfactoriamente. Su preparación gestual había sido dirigida por el actor Alexei Dikiy que había interpretado el mismo papel en algunas películas propagandísticas. No tendría que hablar, sólo pasearse, saludar y asumir el riesgo de un posible atentado.

Previendo que en alguna ocasión se encontrase enfermo, entrenamos a un segundo doble. Se trataba de Sergei Lebedev, con el que nos equivocamos, a lo largo de dos años estuvo pasando información secreta a nuestros rivales. A mí me ha complicado la vida notablemente, por eso estoy aquí hablando con usted. Les he pasado toda la información que conozco sobre la KGB, espero que ustedes cumplan su compromiso y me faciliten la huida a Occidente.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

Jose Taxi & Josma.

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