RÁBANOS

RÁBANOS

Tengo cierta afición a la agricultura ecológica, per voy más bien cortito de conocimientos, así que me paso la vida solicitando ayuda. Cualquiera que me encuentre por la calle, haciéndonos uno de nosotros o, incluso los dos, los encontradizos, sabe más que yo.

Según una reciente encuesta llevada a cabo por la consultora independiente, omega 3, demuestra que sólo el 5 % de los españoles están interesados por la ecoagricultura, solamente hay una persona en toda Europa, que sabe qué es la permalogía, una tal Caterina Vodka, cuya formación, no recuerdo bien, es de toxicóloga, o era que ella era una persona tóxica, no lo sé.

Cuento con la fortuna de que mi hijo Pepino Taxi, es experto en estas materias, se dedica a ellas por pura vocación. En las largas esperas para recoger a su clientela en el Cabify, — que las sabe ilegales–, pero el hambre atosiga a muchas familias en nuestro país y él tiene muchas bocas que alimentar, especialmente la mía, dedica parte de sus tiempos a lecturas agrícolas, cuando sube algún cliente le da los buenos días en agricolés, lleva el coche decorado con buganvillas y aromatizado con lavanda o tomillo, según el día de la semana que sea.

En sus días de asueto pasamos mucho tiempo juntos y sale a colación el tema agrícola. Llevábamos un tiempo intentando conseguir un campito, para juguetear con nuestras plantas, nuestras verduritas o nuestras latas de conserva, casero eso sí. Se trataba de un envasado tradicional, hirviendo los recipientes, llenándolos del tomate, especialmente de esos que se llaman tomates peras, nuestra falta de fondos no nos permitía el uso de otras variedades.

Deseábamos ampliar y diversificar nuestra producción, para ello no es era necesario conseguir unos terrenitos más amplios. La pretensión se nos presentaba inalcanzable, pero tuvimos la suerte de la que la diosa fortuna nos sonriera por primera vez. Conste que la Diosa Fortuna no tiene parentesco alguno con la del tabaco rubio, que a fecha de hoy viene a costar 4,85 €.

Hablando una tarde con mi suegro, el abuelo de mi hijo por línea materna, recordó que hizo la mili con un chico que llamaban Mamerto, omito las rimas y comentarios que le hacían sus compañeros porque me dan vergüenza ajena y porque estamos en horario protegido.

Bueno pues ni corto ni perezoso, nuestro buen yayo, se fue a buscar a su amiguito, al que no pudo encontrar, su propio hijo le dio la noticia de que había fallecido hacía 11 años. Tras el desconsuelo del papá de mamá, pues, aunque hacía mucho que no se veían y habían pasado lustros desde que dejaron de cartearse, ambos se profesaban un cariño mutuo.

El hijo de su amiguito le invitó a entrar en la vivienda y le ofreció tomar un brandy, mi suegro escogió una mistela, el hombre sostiene la teoría de que el cognac es malísimo para la próstata, tal vez tenga razón, hoy en día se nos ha dicho que hasta respirar provoca la muerte, ¡Veas tú! ¿Y no respirar no te mata, o qué?

De manera imprevista el hijo del finado se enteró de que buscábamos unos terrenitos, le dijo a mi suegro que él había heredado de su padre muchas tierras, pero que su negocio del tanatorio iba viento en popa, aclaro que sus cursos de tanatopraxia, cursados a distancia, fundamentaban su buena gestión del negociete.

Así que le propuso dejarnos, a coste cero, las tierras que quisiéramos en la zona de Carpesa, porque él no iba a cultivarlas. A mi suegrecito le faltó tiempo para venir a contárnoslo. Nosotros, al día siguiente, nos fuimos a ver nuestros nuevos campos.

Llevábamos dos años dedicados, casi exclusivamente, a la producción agrícola. Habíamos plantado, cosechado, injertado: acelgas, alcachofas, berenjenas, patatas, y a un cocodrilo despistado, que nadando por una acequia se metió en un campico. Pasó de un ser un salvaje, de estar prácticamente asilvestrado, a acomodarse en nuestros pagos y ahora deja coger por la cola, que lo levantemos,  y  que con su morro plantemos pipas de girasol. Desde luego nos hemos especializado en perma-cultu-zoología.

Pero lo que más nos llena de satisfacción son unos rábanos, unos rábanos muy especiales: con su poquito de sabor picante, una textura—que, sin llegar a ser fibrosa, si es resistente– su colorico rojico, sin tirar a ser fucsia, que conste. Todas las horas de trabajo que hemos empleados nos han parecido pocas, ahora hemos solicitado la creación de una denominación de origen, que parece ir bastante bien, aunque la papelosis siga siendo tan lenta. Pero, en fin, esperaremos.

Y colorín colorado este cuentecico, permaculturizador, y zoológico,  se ha terminado.

Dedicado a  Daniel Ravinovich, allí donde estés deseamos que seas muy feliz, por cierto ¡Macho! Si aprendes a leer, se te agradecerá.

Josma

También llamado Jose Taxi.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *