TACONES
Llevaba cerca de media hora esperando, notaba que hacía demasiado calor en aquellas oficinas, aunque mi reloj de pulsera me indicara que estábamos a una temperatura de veinte grados, sin embargo, yo notaba que estaba entre sudado, seguramente sería la ansiedad por aquella tardanza.
— ¡Pase y siéntese! -, me dijo la mujer morena, lamento el retraso, pero ha habido un contratiempo. Le felicito por haber llegado hasta aquí, ahora solo quedan dos aspirantes. Es preciso que le haga una entrevista rutinaria para llegar a la fase final.
La dama me colocó un gorro de transmisiones, que le permitiría seguir todas mis constantes vitales y empezó a preguntar, tenía en su ordenador holográfico todo mi expediente, así que mientras dijera la verdad, mientras no cayese en ninguna contradicción, todo iría bien. Pero recordar aquello que no había explicado nunca, que no quería contar ahora, me enervaba.
— Muy bien señor, nos queda un pequeño apartado que explorar, el de su vida sexual.
Ahí estaba el problema, tenía que salvar aquella parte, contestar de forma coherente, así que le dije que no estaba casado, pero que vivía con Alma desde hacía tres años, que nos iba muy bien, que estábamos consolidando una magnífica relación. Mis comentarios fueron asentidos por la morena.
— ¿Mantienen relaciones sexuales periódicamente?
— Naturalmente que sí, de forma satisfactoria.
— ¿Usted sufre alguna parafilia? ¿Sabe lo que son?
— Sí, he oído hablar de ellas, pero no tengo ninguna, Es cierto que siempre he estado atraído por los zapatos de aguja, los de tacón estrecho. Pero lo que me gusta es una mujer que los lleve, no los zapatos en sí. Cuando Alma se pone unos, caigo rendido ante ella.
Yo mismo noté como mi voz se alteró un tanto en esta última respuesta, tenía que ocultar a toda costa que Alma no era humana. Siempre tuve atracción por las muñecas hinchables, y cuando apareció en el mercado el primer robot femenino psicotrónico me apresuré a comprar uno, la llame Alma, le enseñé todo lo que yo sabía, le conseguí documentación legal, le regalé dos títulos universitarios. La dote de cinco módulos lingüísticos, que tuve que financiar aparte, quería que mi chica supiera idiomas, que me susurrase palabra de amor y de sexo en diferentes lenguas. Aprendió canto y piano, Alma era mi creación y jamás revelaría a nadie que era un droide, aunque me costara, cuanto fuera.
–Bien Sr. García, no he detectado nada extraño, creo que es apto para ocupar el puesto, la selección del aspirante la llevaran ustedes mismos a cabo, mediante una negociación, así que le dejo solo, en cuanto llegue su oponente pueden comenzar su discusión
La morena se marchó, volví a esperar, me agaché hacia el lado izquierdo para anudarme el zapato, en esa posición noté que abrían la puerta del despacho, un olorcillo a flores frescas invadió el ambiente, unos suaves pasos se deslizaron por la moqueta, la chica llevaba puestos unos espléndidos zapatos rojos, con unos finísimos tacones, una medias trasparentes de fondo negro, una falda negra con topitos rojos, una chaqueta a juego, al levantar la cabeza supe que había perdido el trabajo, ella era…, era Alma.
© Josma Taxi
13/02/2023