¡Qué casualidad!
Si pasáis por casa, sobre las dos de la tarde, no me encontraréis, estoy en un pequeño parque, muy cercano. Voy allí, tras haber hecho mis recados, para descansar y fumarme un cigarrillo, medio a escondidas, antes de subir al piso. A esas horas no hay niños jugando y creo que mi humo no molesta a nadie. Coincido con las profesoras de infantil del colegio público, un grupito de cuatro o cinco, que se han llevado las fiambreras con la…