¡Libérate, libérate!
–¡Rafael! ¡Rafael! Ven a comer… –¡Ya voy madre, ya voy! — ¡Venga, date prisa, que no me comes nada! — ¡Que voy, ya se lo dije! — ‘Qué cruz de hijo tengo! Ya me gustaría que fueses como tu primo, el culturista. — ¡Pero madre! Si ese pierde aceite, a chorros. –¡Bueno pues no tardes, que el potaje se enfría y no vale nada! Rafael, como buen hijo que es, se come el potaje entero, rebañando el plato con una…