Un Palacio en medio de un Lago.

Un Palacio en medio de un Lago.

Siempre pensé que el más bonito palacio en medio de un lago estaba en Playamonte. Pero en 1995, vistos los avances y extraordinarios hallazgos, descubiertos en Atapuerca, tuve que reconocer que estaba equivocado, y eso que, a mí, la noche no me confunde.

Ya había pasado por mi etapa de reportero de guerra, y colaboraba, periódicamente, en el programa de Iker Jiménez, donde trabé amistad con Pepe Cabrera y el inteligentísimo coronel Baños.

Pero retomando lo de Atapuerca, me fui a entrevistar a su director, hombre sabio y humilde. A lo largo de nuestra conversación que grabé sin ningún impedimento, fui sabiendo que, en unos abrigos, situados al noroeste del río Arlanzón, cuyo caudal, inundaba periódicamente los terrenos adyacentes, se encontraron unas construcciones sólidas y lúgubres.

Inicialmente el equipo de investigadores los confundió con unos primitivos palafitos. Pero datados que fueron en unos 800.000 años a. C, qué estas construcciones tenían capacidad para 8-10 personas y que sus moradores tenían la sana costumbre de no enterrar a sus muertos, con lo cual se sobrepasaría, con creces, el número máximo de habitantes por m2, ni tener ninguna posibilidad de conseguir cédula de habitabilidad, tuvieron que abandonar dicha tesis.

El equipo de profesores e investigadores, a tiempo parcial del CSIC, no cejaron en sus trabajos. Y así tras 8 años de intensos esfuerzos y por mor de unas pinturas pre-rupestres, anteriores a la 5ª Glaciación, modificaron sus conclusiones y quedaron totalmente “pasmaos”.

Terminó dicho estado anímico de estupefacción, al encontrar un crismón con una tiara cruzada por dos llaves. Así que se trasladaron a los archivos secretos del vaticano, que tardaría unos 800.237 años en ser construidos.

Sin embargo, dedujeron, que, con ocasión de la separación continental y la poda neuronal, ese territorio, justo donde hoy se haya la frontera del Estado Vaticano, con Roma,  existía una laguna, que persistiría hasta la construcción del palacio central, por el contrario, la Residencia de Castel Gandolfo, quedaría fuera de la laguna.

— ¡Oiga, joven, que ha no ha nombrado a D. José Taxi!

— ¡Perdone, perdone D. Torquemada! ¿Acaso no recuerda que fue el primer Santo Padre de la Iglesia Católica Apostólica y Romana? ¿Y no sabe que en los evangelios el Jesús de Nazaret. Que luego sería llamado el Cristo, ya le pronostico aquello de: ¡Jose Taxi, sobre ti construiré mi Iglesia!

— ¡Ay, pequeño ignorante! ¡Hay que leer más y no aspirar a que se lo den todo masticadito!

 

Y colorín colorado: este cuentecico, se ha terminado.

 

Josma.

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