
Mi abuela
Mientras la abuela cosía. El viejo carillón del salón, dio las tres.
Era un buen reloj, castigado por el tiempo, de fábrica noble, llevaba en su frontal escrito: tempus fugit.
Las puntadas de hilo, en los viejos calcetines de la abuela, se iban sucediendo, a un ritmo lento, pero seguro,
Sonó el carillón, estaba vez marcó, las 18:45, lo que vienen siendo las siete menos cuarto.
Se acercaba la hora de merendar, pero el relojito, no sonaba, las tripas me crujían y nadie parecía apercibirse de nada. Así que decidí pasar a un ataque frontal, me serví morcilla de cebolla, con membrillo, me sentó fatal.
Yo me encontraba desesperado, ni se cenaba, ni nos íbamos a dormir… Para matar el tiempo, compuse un poema, algo así: “Entre grandes alambradas espinosa, entre una y mil batallas: ¡Ha nacido una flor! ¡Naturalmente opté por no presentarme a ningún certamen! Sinceramente creo que acerté. ¡No podía más! Y eso que al principio afirmé esto no lo supera ni Don Antonio Machado. Pero así son las cosas, y dónde dije digo, digo, Diego.
Y de pronto, se personó, Fernando Fernán Gómez, con quien platicamos en armoniosa compañía, la del alba sería, cuando nos vimos obligados a echarlo a patadas, nosotros necesitábamos descansar, él se cabreó, Fernando Fernán Gómez, nos dijo que estaba fresco como una rosa.
Un rato mas tarde aparecieron Elvira Quintillá, Juan Diego y otros cuatro más, que pretendían seguir la fiesta. En esta vida hay de todo.
Antes de marcharse, entonamos todos los presentes, un mea culpa, acompañado por el afamado cántico, Como brotes de olivo, Señor, así son los hijos de tu Iglesia…Bajo la insigne dirección, Fernando Fernán-Gómez gana el Goya a Mejor Actor en 1987 – Bing video, vestido para la ocasión con levita. El coro sino lo hizo bien, al menos canto de una forma decorosa.
A la mañana siguiente nuestra resaca se hizo notar, teníamos los cuerpos, peor, que malheridos. Así que ese día lo pasamos a base de eferalgan, caldito de puchero, alguna sopita de ajo, desde luego no salimos a la calle, hasta una semana más tarde.
Y ahora toca el turno de desvelar la gran mentira, mi abuela no es mi abuela, aunque sí le gusta coser. Yo no soy yo, aunque en ocasiones interpreto ese papel. La gran Eva Monzón, lo es, nos lo ha demostrado ya, en muchas ocasiones. Sin embargo, la Monzón no es psicóloga forense, ni tan siquiera psicóloga.
Y aquí termina este cuentecico, contado a lo Forrest Gump, corriendo, corriendo y sin dejar de correr.
Esto me pasa por haber dado dos falsos positivos, en la Covid, y no haberme tomado la medicación correctamente.
Josma.
También llamado Jose Taxi.